martes, 28 de febrero de 2012

Prepararse para el buen consejo


Lo dicen tanto y tan seguido, que en algún momento nos empieza a sonar a cantaleta: “mijo, estudie que eso es lo único que le queda a uno en la vida”, “lo único que yo les pido es que estudien, es su única responsabilidad”.

No sin razón, luego de mucho batallar, los padres saben mejor que nadie que el estudio es la compra de un seguro, un seguro que si bien no garantiza el éxito, al menos aumenta las probabilidades de conseguirlo.

En la teoría clásica, el trabajo, junto con el capital y la tierra constituyen los factores de la producción, los cuales son utilizados por las empresas o personas para producir bienes y servicios.

Cada uno de los factores recibe una contraprestación o retorno; el capital obtiene beneficios o ganancias, la tierra obtiene la renta y el trabajo el salario.

Quien estudia, entre más estudia, espera que su retorno, a la hora de trabajar, sea mayor, al fin y al cabo quien lo hace está invirtiendo en sí mismo. Estudiar cuesta dinero, tiempo, esfuerzo y sacrificar, por costo beneficio, otras actividades que también pueden reportar un beneficio.

Países como Alemania sorprenden por su desarrollo y capacidad de producción, pero también por su escasez de recursos naturales. Las claves del “milagro alemán” no son otras que su gran disciplina, pero sobre todo su gran inversión en capital humano.

Colombia por su parte, a pesar de sus grandes avances en materia económica, e inacabables recursos naturales, se encuentra absolutamente rezagada y es que deja mucho que desear en cuanto a su disciplina (idiosincrasia), infraestructura, y claro, el tema de este artículo, su inversión en capital humano, entre otros temas.

Y no es que nuestro país no invierta en capital humano, y tampoco que cientos de personas no inviertan fuertes sumas de dinero estudiando maestrías y doctorados en el exterior. Es que el mercado laboral en Colombia desincentiva cada vez más a estudiar.

Desincentiva el hecho que quien estudia una carrera de pregrado o técnica salga de la universidad a ganarse un millón de pesos, a ese paso tardara mucho en tan siquiera recuperar la inversión que hizo semestre tras semestre.

Y de quienes salen a estudiar al exterior ni hablar, con seguridad llegan aspirando a un poco más de sueldo que el recién graduado, sin embargo es a menudo acusado de estar sobre calificado y tener poca experiencia.

El mercado laboral como cualquier otro debe ser incentivado por el Estado y por la empresa privada, con un agravante, de no hacerlo se corren grandes riesgos en cuanto a desarrollo y sostenibilidad económica se refieren.

Santiago Valencia G.

martes, 14 de febrero de 2012

Algo grave está pasando


Hay temas que son muy difíciles, por no decir imposibles de abordar de manera objetiva; La afinidad política o ideológica, la familia, la amistad, la cercanía, el interés personal son algunas de las muchas cosas que pueden servir como distractores y parcializar nuestra opinión o la forma de ver o sentir lo que está pasando a nuestro alrededor.

Sin embargo es importante hacer un gran esfuerzo y abstraernos de lo que nos rodea, para ver como dicen los gringos: “the big picture” o “el cuadro completo”, es decir mirar el universo de las cosas y no solamente los distractores de nuestra subjetividad, intentar descubrir el tempano de hielo o iceberg que está debajo del agua y no solo su punta.

La majestuosidad de la justicia no radica en los jueces, fiscales, investigadores, técnicos, asesores y demás, la majestuosidad de la justicia se encuentra en las instituciones creadas por la constitución como veedoras y guardianas de la ley, protectoras de derechos y exigentes de deberes, aquellas que no deben cesar en la búsqueda constante de la certeza por encima de la verdad formal o aquella descubierta en el juicio.

La responsabilidad asumida por los jueces es inmensa, su deber de analizar las pruebas y los hechos para descubrir la verdad es supremamente compleja, tanto que deben despojarse de cualquier idea preconcebida y como maquinas recibir la información, analizarla y decidir de manera justa, haciendo coincidir la verdad real y la verdad formal.

Pero, como humanos que son cometen errores, pueden valorar mal las pruebas que poseen, ignorar pruebas importantes o estimar y validar otras que no lo son, pueden contaminar sus fallos con prejuicios, odios o intereses diferentes a los de impartir justicia etc.

Independientemente de que presidente me guste más o de que partido político sea, intentando ver el universo de los hechos, algo muy grave está pasando para que un militar retirado sea condenado con un falso testimonio, o para que ex funcionarios del Estado afirmen que no tienen garantías y resuelvan irse del país antes de ser juzgados políticamente y no jurídicamente, o para que luego de 1800 casos descubran que un “Médico Legista” no lo era y que sus 1800 conceptos son falsos, o que líderes opositores griten en escenarios extranjeros que son perseguidos y así miles de casos más de personas de diferentes procedencias, pensamientos y actividades, unos por acción y otros, que deberían ser juzgados y no lo son, por omisión.

Cada día son más las personas que ponen en duda la objetividad, eficiencia y eficacia de la justicia colombiana, el problema parece ser de fondo y las soluciones lejanas o imposibles.

Discernir no es sinónimo de irrespeto o desacato, acatar la justicia y respetar las instituciones es un deber ciudadano, manifestar inconformidad, desacuerdo o malestar es un deber moral.

Santiago Valencia G.