martes, 14 de febrero de 2012

Algo grave está pasando


Hay temas que son muy difíciles, por no decir imposibles de abordar de manera objetiva; La afinidad política o ideológica, la familia, la amistad, la cercanía, el interés personal son algunas de las muchas cosas que pueden servir como distractores y parcializar nuestra opinión o la forma de ver o sentir lo que está pasando a nuestro alrededor.

Sin embargo es importante hacer un gran esfuerzo y abstraernos de lo que nos rodea, para ver como dicen los gringos: “the big picture” o “el cuadro completo”, es decir mirar el universo de las cosas y no solamente los distractores de nuestra subjetividad, intentar descubrir el tempano de hielo o iceberg que está debajo del agua y no solo su punta.

La majestuosidad de la justicia no radica en los jueces, fiscales, investigadores, técnicos, asesores y demás, la majestuosidad de la justicia se encuentra en las instituciones creadas por la constitución como veedoras y guardianas de la ley, protectoras de derechos y exigentes de deberes, aquellas que no deben cesar en la búsqueda constante de la certeza por encima de la verdad formal o aquella descubierta en el juicio.

La responsabilidad asumida por los jueces es inmensa, su deber de analizar las pruebas y los hechos para descubrir la verdad es supremamente compleja, tanto que deben despojarse de cualquier idea preconcebida y como maquinas recibir la información, analizarla y decidir de manera justa, haciendo coincidir la verdad real y la verdad formal.

Pero, como humanos que son cometen errores, pueden valorar mal las pruebas que poseen, ignorar pruebas importantes o estimar y validar otras que no lo son, pueden contaminar sus fallos con prejuicios, odios o intereses diferentes a los de impartir justicia etc.

Independientemente de que presidente me guste más o de que partido político sea, intentando ver el universo de los hechos, algo muy grave está pasando para que un militar retirado sea condenado con un falso testimonio, o para que ex funcionarios del Estado afirmen que no tienen garantías y resuelvan irse del país antes de ser juzgados políticamente y no jurídicamente, o para que luego de 1800 casos descubran que un “Médico Legista” no lo era y que sus 1800 conceptos son falsos, o que líderes opositores griten en escenarios extranjeros que son perseguidos y así miles de casos más de personas de diferentes procedencias, pensamientos y actividades, unos por acción y otros, que deberían ser juzgados y no lo son, por omisión.

Cada día son más las personas que ponen en duda la objetividad, eficiencia y eficacia de la justicia colombiana, el problema parece ser de fondo y las soluciones lejanas o imposibles.

Discernir no es sinónimo de irrespeto o desacato, acatar la justicia y respetar las instituciones es un deber ciudadano, manifestar inconformidad, desacuerdo o malestar es un deber moral.

Santiago Valencia G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario